El internet de cosas se plantea como una fase evolutiva en la relación entre el individuo y el computador. Servicios como el correo electrónico, los mensajes de textos y las llamadas, tenían el propósito de satisfacer una interacción de persona a persona. En efecto, en una primera etapa de internet la mayor parte del tráfico correspondía a datos de voz y texto. Más adelante, apareció la interacción individuo-máquina con servicios de distribución de contenido -como el video por demanda-, que hoy ocupan un lugar protagónico. Ahora, con la computación ubicua en el horizonte, los servicios de automatización plantean una relación máquina-máquina o cosa-cosa (dispositivos que ‘hablan’ entre sí: sensores de movimiento o de luz que envían una orden a un sistema de sonido o de seguridad, o automóviles que capturan datos de las autopistas).
Aunque Kevin Ashton mencionó por primera vez la Internet de las cosas en una presentación que hizo a Procter & Gamble en 1999, la Internet de las Cosas había estado en desarrollo durante décadas. El primer dispositivo de Internet, por ejemplo, fue una máquina de Coca-Cola en la Universidad Carnegie Melon a principios de 1980.
Para el usuario común, IoT depara varias sorpresas. Aunque la interconexión de dispositivos a través de una red de datos para monitoreo de ciertos procesos en una casa habitación o edificio es un concepto relativamente antiguo (se inició en la década de los 70 y se denominó domótica), hoy en día se pretende llevarlo un paso más allá. Supongamos que un día se levanta por la mañana, digamos a las 6, auxiliado por una alarma de un radio-reloj que a su vez emite una señal al calentador para encenderlo y mantenerlo a una temperatura previamente programada, y evitar el consumo innecesario de gas. Una vez que termina, un mensaje enviado a su smartphone le sugiere vestir con ropa ligera pues ha recibido una señal de los sensores de temperatura externos que han cruzado información con el servicio meteorológico, indicando que habrá cielo despejado y calor durante el día. Paralelamente, se ha encendido la cafetera, que vierte cierta cantidad de café y lo mezcla con determinada cantidad de azúcar para que justo a las 6:45 esté listo para degustarlo.
Todos los tipos de aparatos domésticos comunes pueden ser modificados para trabajar en un sistema IoT. Así que no hay preocuparse si tenemos adaptadores de redes Wi-Fi, sensores de movimiento, cámaras, micrófonos u otros instrumentos como básculas inalámbricas y monitores de presión arterial inalámbricos o los nuevos dispositivos usables (wearables en inglés) como gafas, relojes inteligentes ya que todos se podrán conectar a la Internet de las Cosas.
El ecosistema actual del IoT está tan fragmentado y es tan complejo que está retrasando la decisión de las empresas y consumidores ante el riesgo que puede suponer tomar una decisión ahora. De esto se han dado cuenta los grandes empresas del sector y se están apresurando a firmar alianzas, como la firmada recientemente por AT&T, Cisco, GE, IBM e Intel para formar el “Industrial Internet Consortium for IoT standards”. Es de esperar que este tipo de alianzas ayuden a minimizar riesgos de integración en las aplicaciones IoT y avanzar más deprisa y por una única dirección en la definición de estándares.
La idea de la IoT es muy simple y es de esperar que durante los próximos años y una vez superados algunos obstáculos veamos multitud de aplicaciones y servicios IoT en todos los sectores del mercado.
By: Ing. Elías Porras U.