Ciudades inteligentes, telemedicina o agricultura digitalizada son algunas de las utilidades que nos promete en un futuro la Banda Ancha Móvil. Todo esto se va conseguir no sólo con velocidades hasta cinco veces superiores, sino con una diferencia de latencia muy radical entre la tecnología 5G y 4G que es la que hasta ahora disfrutamos. Es por este motivo, por el que la red 5G no es solamente una nueva “G” dentro de la tecnología de Banda Ancha Móvil, sino que promete un impulso adicional al catalizador económico que es la Banda Ancha en la actualidad. Por ejemplo, en las operaciones quirúrgicas se llevarán a cabo operaciones por control remoto a cientos o miles de kilómetros de distancia con el principal valor añadido que se realizarán a tiempo real. Si bien la latencia siempre ha sido un parámetro secundario (sólo en la actualidad ampliamente requerido por jugadores online), la reducción radical de la misma gracias a la tecnología 5G va a permitir que la Banda Ancha se empiece a utilizar en aplicaciones que en la actualidad son completamente incompatibles con las redes actuales. Porque si en la actualidad en las redes móviles actuales conseguir una latencia de 40 milisegundos es todo un logro, la nueva red 5G cuando esté completamente funcionando en origen y destino promete bajarla a un milisegundo. A esto hay que sumar que la tecnología 5G romperá todas las barreras imaginables de velocidad para ofrecer conexiones de entre 100 y 1000 veces superiores a la ofrecida por la tecnología 4G.
No obstante, la implementación masiva de la nueva tecnología en nuestra región no está exenta de grandes retos. El primero: cómo canalizar este incremento exponencial del tráfico de datos y por tanto el necesario aumento de la capacidad de la red troncal y de transmisión. En aquellos países de nuestra región donde los operadores no tengan un despliegue de fibra óptica lo suficientemente capilar para soportar este aumento, será complicado que la nueva tecnología sea capaz de bridar los servicios prometidos. Por este motivo, será necesario disminuir dicho déficit mediante la implementación de redes compartidas o asociaciones público-privadas de cara a acelerar dicho despliegue. El segundo gran reto con el que nos enfrentamos es la elevada inversión necesaria en nuevas estaciones base de cara a hacer frente a este incremento de demanda de datos inalámbricos. Y es que para poder brindar estos nuevos servicios con la calidad adecuada será necesario que el número de nodos de acceso necesarios se tenga que multiplicar varias veces respecto al número de antenas que tenemos instalados a día de hoy y en una banda de frecuencia muy superior. En consecuencia, los operadores de redes móviles tendrán que invertir elevados recursos para actualizar su red de transmisión e incrementar el número de nodos necesarios para poder brindar servicio. Y no solo será la nueva inversión de esta red, sino que se multiplicarán sus costos de operación y mantenimiento de cara a que este nuevo despliegue capilar sea capaz de prestar estos servicios (cirugía, transporte autómata, domótica, entre otros.) con una calidad y seguridad de servicio mucho mayor que la que hemos necesitado hasta ahora. La pregunta es: ¿estiman los operadores conseguir una tasa de retorno adecuada con el 5G para poder actualizar sus redes de cara a prestar todos estos servicios? ¿Bajo qué ratio de esfuerzo inversor (inversión sobre ventas) sería asumible actualizar esta red para los operadores que se encuentran en este momento ya están actualizando las redes a 4G? Es aquí donde las autoridades regulatorias de nuestros países tienen que ofrecer ahora más que nunca un marco regulatorio armonizado que permita a los operadores identificar esta inversión como rentable. El fomento de políticas regulatorias tales como asociaciones público-privadas, compartición de infraestructuras (tanto activa como pasivas) o la implementación de nuevos mecanismos y herramientas para la gestión del espectro son más que nunca necesarias y críticas para que la región identifique al 5G como uno de los principales catalizadores para su potencial y crecimiento. Estamos en un momento único, donde la combinación de la tecnología 5G con la implementación de las nuevas redes de internet de las cosas puede permitir nuevos servicios hasta el momento inimaginables en zonas remotas. Que nuestros países lleguen a experimentarlo en el momento adecuado será posible si todos los agentes: operadores, reguladores, organismos públicos, empresas y usuarios identifiquen este potencial como algo prioritario para alcanzar acuerdos que generen un win-win para todos.